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JOSÉ MANUEL HIDALGO.


madre, que cree, y yo lo temo, que va a morir...

- ¿Y qué hace, reza por mí? [1] dijo en son de burla.

- ¿Así hablas de tu madre?

- ¿Pero á qué vienes? ¿Quiere verme?

- Si, pero tan pura como si fueras ante la presencia de Dios.

- Mi madre se cree más enferma de lo que está, y á mi me cree peor de lo que soy. Ni se morirá, ni la veré si ha de ser dándome golpes de pecho, oír sermones, enviarme al convento, derramar lágrimas inútiles.

- ¡Si es así, haré bien de retirarme; tienes empedernido el corazón, pero sabe que si no vuelves á esa existencia propia de tu educación, de los ejemplos, de la virtud que recibiste y de lo que debes á tu salvación, tu santa madre perderá la vida porque tú pierdes el alma. Adiós.

- Si, vete en paz.

Mercedes se retiró con dignidad, pero afectada, y


  1. Esa misma pregunta hizo el autor en una ocasión una extranjera muy guapa y aristocrática que acabó en un <<café-concierto -- en donde cantaba cancionelas... muy mal, en verdad.