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VÍCTIMAS DEL CHIC.

llevases del mundo? Grande habría sido mi amargura pero me habría quedado el consuelo de que la habrías puesto entre tus querubines quisiste hacerme conocer tanto dolor, para probarme en lo más sensible del alma, que es el amor á la hija que me diste para mi consuelo y mi alegría. ¡Señor! renueve su corazón, y ya que desconociste mis doctrinas y no escucha mis ruegos, haz tú que la vea yo arrepentida á tus pies, pidiéndote perdón...

 -Pero mamá, si...

 -¡Ah!¡Yolande! leo en tu corazón, leo en tu conciencia, veo en tu ignominia, veo en el enojo de Dios, tiemblo por tu alma, y la sola idea de que le hayas ofendido va á abrirme las puertas del sepulcro. ¡No me dejes bajar á él sin que, al cerrarme los ojos, el arrepentimiento haya purificado tu alma, y contrica y humillada, elevando tu corazón, al cielo lo pidas en mi tránsito, te perdono como yo quisiera bendecirte, ya tranquila, á ti que has sido el bálsamo de mis pesares, el soplo que cada día daba alientos a mi existencia!

 Yolande se conmovió realmente, y se echó otra vez en los brazos de su madre.

 -Mamá, usted, retirada, ignorando lo que pasa