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VÍCTIMAS DEL CHIC.

y sólo un clima como el del Cairo, por ejemplo, podría darle confianza y aliviaría de los males que tanto la alarmaban. Consintió en ello su marido, y se marcharon á Egipto, él ignorando la causa y ella haciendo reflexiones sobre tas ignominias que había presenciado en ese grupo á que la llevó un estúpido amor propio que no la trajo más que disgustos, desengaños y remordimientos, sin la excusa de haber cedido á una pasión no buscada, y pensando en que quizás muchas se habrían perdido como ella por las mismas causas, compadeciéndolas de perseverar y deseando sinceramente que la reflexión las volviese á su primer estado; pero no las deseaba, en su buen corazón, fuese por verse desdeñadas y humilladas ante el público, como ella lo había sido, porque al fin era mujer y el amor propio privaba en todas las cosas.

No descuidó Yolande de anunciar á trompa tañida que la Condesa, víctima de su pasión por Vorcy, había caído enferma, y que para disimular su derrota, que había aumentado por el despecho de verle á sus pies, y á ambos tan felices, se marchaba lejos, muy lejos, para no morir de la pena. De la derrota de la Condesa y de la conquista de Yolande se habló naturalmente muchos días en todas partes, hasta que todos