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JOSÉ MANUEL HIDALGO.

por su voluntad empujado por satánica mano, que en vez de amparar su pureza abriéndole los ojos ante los placeres falaces tras de que corría, la hizo presa de un amor propio criminal y objeto de su diversión!

<< La voz de la conciencia - dice madame Staël - >> es tan delicada, que es fácil de ahogarla; pero es >> tan pura, que es imposible de desconocerla >>. La pobre joven pudo ahogarla en los primeros tiempos, pero reflexionó y no pudo ya desconocerla. Se entabló una lucha en ella, entre su deber, que le hacia ver más claro y punzante el vacio que al fin y al cabo le dejaba toda fiesta y mundamas ocupaciones, de que era víctima desde que ofuscada se enganchó en esa falange, y el amor propio que le ataba á ella.

Tristezas, remordimientos, hasilo, loco la hacía desgraciada, sin haber ganado nada, teniendo posición adquirida y estima hasta entonces bien ganado. Reflexionó porqué sufría, y sufría porque su corazón engañado creyó que la dicha era otra en esa vida, y acabó por sentirse con ese valor que infunde la idea del deber, y querer romper con Vorcy y volver á aquella vida de placeres tranquilos porque eran líci-