cia, y terminaba sus filósofos consejos á la recién nacida que había de ocuparlo un día, dioiéndole:
<<Haz el bien, nunca esperando
· En la tierra galardón,
· El mundo paga olvidando
· Y Dios recompensa dando
· La paz en el corazón>>.
El don más bello que el cielo pudo hacer á Mercedes era Sylvain, como para éste lo era Mercedes. Sus corazones nacieron para amarse, sus inteligencias se crearon para entenderse, y su instrucción para recrearse recíprocamente. En el amor puro é ilustrado pasaban los días en nítida serenidad; solo Dios podía alterarla, y Él se complacia en ampararla.
El noble carácter de Sylvain, la sólida instrucción, la elevación de miras, y el conocimiento profundo y razonado de la situación del país, hubieron podido decidirle á arrojarse en medio de las convulsiones políticas que agitan á la generación presente, y descollar aún más que otros que con menos méritos figuraban. Pero desalentado por la falta de cohesión en