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JOSÉ MANUEL HIDALGO.

lando el número de personas que podían convidarse para que no hubiera apreturas que ajaran su traje y la impidiesen lucir en terreno despejado.

Se sento después y pidió a Yolande la lista de sus conocidos, que dió temblando, y la otra leía haciendo momos que indicaban lo que desconocía y desdeñaba esos nombres.

— Amiguita mía, es preciso barrer todo eso le dijo poniendo la lista sobre la mesa

—¿Conoce usted a los Renfijo? — le dijo, temiendo que su omisión le trajere disgustos.

— Figo, figo: jamás podré pronunciar ese nombre; me huele á la jota española, que sólo los alemanes pueden pronunciar. ¿Por qué me lo pregunta usted? ¿Son parientes ó amigos?

— Muy lejanos — sin decir si eran parientes ó amigos; pero á esa ingratitud y descaro le daba alientos el afán de someterse en todo á la Baronesa para ser chic.

Se grabaron las invitaciones en que ella añadió el apellido de su marido la partícula de, que es en Francia distintivo de nobleza, en lo que no hizo más que seguir el ejemplo de los muchos que se lo atribuyen, y gracias que no se dio título, imposturas