noches fantásticas como pasé en mi juventud dentro de tales coches-monstruos, oyendo entre sueños, sobre todo cuando ya era el segundo ó tercer día (!) de empaquetamiento y tortura, el trote acompasado de las diez y seis uniformadas bestias; al mayoral, que les hablaba en su común idioma; al zagal, que rugía, moliéndolas á palos, y al postillón, que cantaba entre dientes la rondeña, todos ellos medio dormidos también, como si el propio viaje fuera asimismo un sueño ó pesadilla de que todo el mundo despertaba un poco cada vez que se mudaba tiro...
Pero concretémonos al viaje de Granada á Málaga, que apenas fué un ensayo ó muestra de semejantes emociones, dado que en él sólo se pasaba una noche en claro, y contentaos con las únicas particularidades que recuerdo de aquella peregrinación, á saber: que relevamos tiro en pueblos tan interesantes como Santafé y Loja, sin ver de ellos más, en tal noche, que el sucio velón y los belicosos empleados del Parador de diligencias;