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ciudades, blancas también, y también coronadas de palmeras, fueron á morir sin poder ni ventura los expatriados descendientes de Alhamar el Magnifico, y entre ellos aquel heróico Muley Abdalá el Zagal, que llevó el título de «Rey de Almería.»

No se crea, sin embargo, que, considerada socialmente, la ciudad que describo tiene también algo de berberisca y antieuropea... Muy al contrario: es una de las poblaciones más cultas de España; lo cual proviene de que, hace mucho tiempo, se buscó la vida por mar, á falta de comunicación terrestre con el mundo civilizado, y entró en íntimas relaciones industriales y comerciales con Inglaterra, ni más ni menos que Cádiz y Málaga, á las cuales se parece muchísimo (especialmente á la última) en el orden intelectual y moral. Quiero decir con esto que las personas acomodadas de Almería viven un poco á la inglesa, piensan un poco en inglés, son tan corteses y formales como los más célebres comerciantes de la Gran Bretaña, y consideran indispensable to-