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ra siempre, y, servirían y contribuirían en todas las cosas que de parte de vuestra, alteza se les mandase; é así lo asentó un escribano por las lenguas que yo tenia; y todavía, determiné de me ir con ellos así por no mostrar flaqueza, como porque desde allí pensaba hacer mis negocios con Muteczuma, porque confina con su tierra, como ya he dicho, y allí usaban venir, y los de allí ir allá, porque en el camino no tenían requesta alguna.

Y como los de Tascaltecal vieron mi determinación, pesóles, mucho y dijéronme muchas veces que lo erraba. Pero, qué pues ellos se habían dado por vasallos de vuestra sacra majestad y mis amigos, que querían ir, conmigo y ayudarme en todo lo que se ofreciese. E puesto que yo ge lo defendiese, y rogué que no fuesen, porque no habia necesidad, todavía me siguieron hasta cien mil hombres muy bien aderezados de guerra, y llegaron conmigo hasta dos leguas de la ciudad; y desde allí, por mucha importunidad mía, se volvieron, aunque todavía quedaron en mi compañía hasta cinco ó seis mil dellos, é dormí: en un arroyo que allí estaba, á las, dos leguas, por despedir la gente, porque no hiciesen algún, escándalo, en la ciudad, y también porque era ya tarde, y no quise entrar en la ciudad sobre tarde. Otro día de mañana salieron de la ciudad á me recebir al camino con muchas trompetas [1] y atabales, y muchas personas de, las que
  1. Los indios hacen de cañas unas trompetas muy sono-