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ellos en obediencia de su gobernador, como eran obligados, y no de otra manera; y porque me dijeron que de la cosa que al presente más necesidad tenian era de herraje para los caballos y de herramientas para buscar minas, les dí dos acémilas mias cargadas de herraje y herramientas, é los envié: despues que llegaron donde estaba Hernando de Sandoval, les dió otras dos acémilas mias cargadas tambien de herraje, que yo allí tenia.

Y despues de partidos estos, vinieron á mí ciertos naturales de la provincia de Huilacho, que es sesenta y cinco leguas de aquella villa de Trujillo, de quien dias habia que yo tenia mensajeros, é se habian ofrescido por vasallos de vuestra majestad, é me hicieron saber cómo á su tierra habian llegado veinte de caballo y cuarenta peones, con muchos indios de otros provincias que traían por amigos, de los habian recebido y recebian muchos agravios y daños, tomándoles sus mujeres y hijos y haciendas, y que me rogaban los remediase, pues ellos se habian ofrescido por mis amigos é yo les habia prometido que los ampararia y defenderia de quien mal les hiciese; y luego me envió Hernando de Sandoval, mi primo, á quien yo dejé por teniente en aquellas partes, que estaba á la sazon pacificando aquella provincia de Papayeca, dos hombres de aquella gente de que los indios se vinieron á quejar, y venian por mandado de su capitan en busca de aquel pueblo de Trujillo, porque los indios les dijeron que