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ra hay; muy aparejado para criar en toda ella todo género de ganado,y plantar todas y cualesquier plantas de nuestra nacion, y sin haber recuentro con los naturales de la tierra,sino hablándoles con la lengua y con los naturales de la tierra, qué ya teníamos por amigos, los atrajeron todos de paz, y vinieron ante mí más de veinte señores de pueblos principales, y con muestra de buena voluntad se ofrecieron por súbditos de vuestra alteza, prometiendo de ser obedientes á sus reales mandamientos y así lo han hecho y hacen hasta agora; que después acá, hasta que yo me partí, nunca había faltado gente dellos en mi compañía, y casi cada día iban unos y venían otros, y traían bastimentos y servian en todo lo que se les mandaba; plega á nuestro señor de los conservar, y llegar al fin que vuestra majestad desea; é yo así tengo por fé que será; porque de tan buen principio no se puede esperar mal fin, sino por culpa de los que tenemos el cargo.

La provincia de Papayeca y la de Chapagua, que dije que fueron las primeras que se ofrecieron al servicio de vuestra majestad y por nuestros amigos, fueron los que cuando yo me embarqué hallé alborotados, y como yo me volví, tuvieron algún temor, y enviéles mensajeros asegurándoles y algunos de los de Chapagua vinieron, aunque no los señores y siempre tuvieron despoblados. sus pueblos de mujeres y hijos y haciendas; aunque en ellos había algunos hombres que venian allÍ á servir, hí-