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mucha cantidad de sabogas, y las tomamos todas, sin írsenos una de las que metimos en el atajo; y otro día me partí, y llevé la jornada de harto áspero camino, de sierras y montes, y así anduvo siete leguas ó casi, de harto mal camino, y salí á unos llanos muy hermosos sin monte, sino algunos pinares. Duráronnos estos llanos otras dos leguas, y en ellos matamos siete venados, y comimos en un arroyo muy fresco que se hacia al cabo destos llanos, y despues de haber comido comenzamos á subir un portezuelo, aunque pequeño, harto áspero, que de diestro subian los caballos con trabajo, y en la bajada dél hubo hasta media legua de llano, y luego comenzamos á subir otro, que en subida y bajada tuvo bien dos leguas y media, tan áspero y malo, que ningun caballo quedó que no se desherrase, y dormí á la bajada dél en un arroyo, y allí estuve otro dia casi hasta hora de vísperas, esperando que se herrasen los caballos; y aunque habia dos herradores y más de diez que ayudaban á echar clavos, no se pudieron en aquel dia herrar todos; y yo me fuí aquel dia á dormir tres leguasadelante y quedaron allí muchos españoles, así por herrar sus caballos como por esperar el fardaje que por haber sido el camino malo y haberle pasado con muchaagua que llovia, no habian podido llegar. Otro dia me partí de allí porque las guias me dijeron que cerca estaba una casería que se llama Asuncapin, que es del señor de Táica, y que llegaríamos allí temprano á