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menor es casi tan gorda como un cuerpo de un hombre, y de nueve y de diez brazas de largura, sin otra madera menuda que no tiene cuenta; y certifico á vuestra majestad que no creo habrá nadie que sepa decir en manera que se pueda entender la órden que estos dieron de hacer esta puente, sino que es la cosa más extraña que nunca se ha visto. Pasada toda la gente y caballos de la otra parte del ancon, dimos luego en una gran ciénaga, que dura bien dos tiros de ballesta, la cosa mas espantosa que jamás las gentes vieron; donde todos los caballos desensillados se sumian hasta las cinchas, al parescer otra cosa, y querer forcejar á salir, sumianse mas, de manera que allí perdimos del todo la esperanza de poder pasar y escapar caballo ninguno; pero todavia comenzamos á trabajar y á ponelles haces de yerba y ramas grandes debajo, sobre que se sostuviesen y no se sumiesen; remediábanse algo; y andando trabajando yendo y viniendo de la una parte á la otra, abrióse por medio un callejon agua y cieno que los caballos comenzaban algo á nadar, y con esto plugo á nuestro Señor que salieron todos sin peligrar ninguno; aunque salieramos tan trabajados y fatigados, qué casi no se podian tener en los piés. Dimos todos muchas gracias á nuestro Señor tan gran merced como nos habia hecho; y estando en esto, llegaron los españoles que yo habia enviado á Acalan, con hasta ochenta indios de los naturales de aquella provincia