que acá yo he podido sentir, es cosa muy con- veniente que las dichas ordenanzas se cumplan. De algunas dellas los españoles que en estas partes residen no están muy satisfechos, en es- pecial de aquellas que los obligan á arraigarse en la tierra; porque todos, ó los más, tienen pen- samientos de se haber con estas tierras como se han habido con las islas que antes de poblaron, que es esquilmarlas y destruirlas, y después dejarlas; y porque me parece que seri muy gran culpa á los que de lo pasado tenemos experiencia, no reme- diar lo presente y porvenir, proveyendo en aquellas cosas por donde nos es notorio haberse perdido las dichas islas, mayormente siendo esta tierra, como ya muchas veces á vuestra majestad he escrito, de tanta grandeza y nobleza (1); y donde tanto Dios
(1)Mucho se ha escrito, y doctísimamente, sobre las cau- sas de la despoblación de nuestra España, y ser otra de las principales la población de Indias: el hecho es cierto é inne- gable, porque tantas millones de criollos con llaman españo- les, como hay en las dos Américas y en todas las islas des- cienden de españoles randos, á los que se agrega si número tan crecido degachnpines ó europeos como hay al presente, y con todo esto para sosegar los escrúpulos de algunos curiosos pongo las siguientes reflexiones: un rey que tiene vastos de- minios debe cuidar de que todos estén posidos pues todos son sus vesalios y todos de contribuyen conque contando los vasallos que nuestro rey tiene en la Vieja. España de las dos Américas y en tantas isals, tiene mas pobladores, mas va- sallos, mas ciudades, mas tributos, mas riqueza, mas poder, mayor seguridad, aunque por casualidad sea menor la pobla- cion de algunas décadas de Casilla, que en comparación de los demás dominios es una minies pura. El dinero en España andaba antes muy escaso, y con los