muchos españoles, así de los de un capitan que á él envió el dicho Francisco de Garay, como de otra nao que despues con tiempo dió en aquella costa, que no dejaron alguno vivo, porque algunos de los naturales de aquellas partes habian venido á mí á disculparse de aquellas muertes, diciéndome que ellos lo habian hecho porque supieron que no eran de mi compañía, y porque habian sido dellos maltratados; y que si yo quisiese allí enviar gente de mi compañía, que ellos los tendrian en mucho y los servirian en todo lo que ellos pudiesen, y que me agradecerian mucho que los enviase, porque temian que aquella gente con quien ellos habian peleado, volvieran sobre ellos á se vengar, como porque tenian ciertos comarcanos [1] sus enemigos de quien recibian daño, y que con los españoles que ya les diese se favorecerian; y porque cuando estos vinieron yo tenia falta de gente, no pude cumplir lo que
cultad puede entrar una barca de Campeche, y lo aseguro haberlo oido yo mismo en Pánuco á unos campechanos que iban por piloncillo de azúcar, con el motivo de haberme embarcado para Tampico en un bote suyo. Por esta razon se ha desamparado enteramente el puerto de Tampico, que a1 principio se reputó como bueno, y aun se compusieron los caminos desde Pánuco hasta México para conducir las flotas, haciendo puentes costosos, que hoy están abandonados.
- ↑ Los enemigos que decian los de Pánuco eran los vasallos del rey de Michoacan, con quienes confiaban, y aun hoy divide el arzobispo de México de la diócesis de Michoacan por aquella parte del rio Verde.