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Mechuacan [1], cómo la habiamos destruido y asolado, y considerando la grandeza y fortaleza de la dicha ciudad, al señor de aquella provincia le pareció que, pues que aquella no se nos habia defendido, que no habria cosa que se nos amparase; y por temor ó por lo que á él le plugo, envióme ciertos mensajeros, y de su parte me dijeron por los intérpretes de su lengua, que su señor habia sabido que nosotros éramos vasallos de un gran señor; y que, si yo tuviese por bien, él y los suyos lo querian tambien ser y tener mucha amistad con nosotros. Y yo le respondí que era verdad que todos éramos vasallos de aquel gran señor, que era vuestra majestad, y que á todos los que no quisiesen ser les habiamos de hacer guerra, y que su señor y ellos lo habian hecho muy bien. Y como yo de poco acá tenia alguna noticia de la mar del Sur, informéme tambien dellos si por su tierra podian ir allá; y ellos me respondieron que sí; y roguéles que, porque pudiese informar á vuestra majestad de la dicha mar y de su provincia, llevasen consigo dos españoles que les daria; y ellos dijeron que les placia de muy buena voluntad; pero que para pasar al

  1. La provincia de Michoacan es la que comprende el obispado de Valladolid y otras distintas: es frontera de los chichimecas; su etimología quiere decir tierra de pescado ó michi; es abundante de todos frutos, y la cosecha de trigo muy grande. La principal ciudad desta provincia era Pátzquaro, donde asistian los reyes gentiles: allí se puso al principio la silla episcopal; á la parte del Sur está la costa de Zacatula, de que antes hizo memoria Cortés.