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que en él estaban: otros que quedaban sin pelear se rindieron, é los bergantines entraron de golpe por aquel lago, y rompieron por medio de la flota de canoas y la gente de guerra que en ellas estaba ya no osaban pelear; y plugo á Dios que un capitan de un bergantin, que se dice Garci Holguin, llegó en pos de una canoa, en la cual le pareció que iba gente de manera; y como llevaba dos ó tres ballesteros en la proa del bergantin, y estaba encarando en los de la canoa, ficiéronle señal que estaba allí el señor, que no tirasen, y saltaron de presto y prendiéronle á él y á aquel Guautimoucin [1], y á aquel señor de Tacuba, y á otros principales que con é1 estaban; y luego el dicho capitan Garci Holguin me trujo allí á la azotea donde estaba, que era junto al lago, al señor de la ciudad y á los otros principales presos; el cual, como le fice sentar, no mostrándole riguridad ninguna, llegóse á mí y díjome en su lengua que ya él habia hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse á sí y á los suyos hasta venir en aquel estado, que ahora ficiese dél lo que yo quisiese; y puso la mano en un puñal que yo tenia, diciéndome que le diese de puñaladas y le matase. E yo le animé, y le dije que no tuviese temor ninguno; y así, preso este señor, luego en ese punto cesó la guerra, á la cual plugo á Dios

  1. Este Quatecmotzin fué preso y dió su puñal, como despues se dirá, para que le matasen; y es mucho que, como el emperador Othon, no se matase á sí mismo.