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ni hiciesen tanta crueldad, que no en pelear con los indios; la cual crueldad nunca en generacion tan recia se vió, ni tan fuera de toda órden de naturaleza, como en los naturales destas partes. Nuestros amigos hubieron este dia muy gran despojo, el cual en ninguna manera les podiamos resistir porque nosotros éramos obra de nuevecientos españoles y ellos más de ciento y cincuenta mil hombres, y ningun recaudo ni diligencia bastaba para los estorbar que no robasen, aunque de nuestra parte se hacia todo lo posible. Y una de las cosas por que los dias antes yo rehusaba de no no venir en tanta rotura con los de la ciudad, era porque, tomándolos por fuerza, habian de echar lo que tuviesen en el agua; y ya que no lo hiciesen, nuestros amigos habrian de robar todo lo más que hallasen; y á esta causa temia que se habria para vuestra majestad poca parte de la mucha riqueza que en esta ciudad habia, y segun la que yo antes para vuestra alteza tenia. Y porque ya era tarde y no podíamos sufrir el mal olor de los muertos que habia de muchos dias por aquellas calles, que era la cosa del mundo más pestilencial, nos fuimos á nuestros reales. Y aquella tarde dejé concertado que para otro dia siguiente, que habiamos de volver á entrar, se aparejasen tres tiros gruesos que teniamos para llevarlos á la ciudad, porque yo temia que, como estaban los enemigos tan juntos y que no tenian por donde se rodear, queriéndolos entrar por fuerza, sin pelear podrian