tonio de Quiñones, díjome: «Vamos de aquí, y salvemos vuestra persona, pues sabeis que sin ella ninguno de nosotros puede escapar;» y no podia acabar conmigo que me fuese de allí. Y como esto vió, asióme de los brazos para que diésemos la vuelta, y aunque yo holgara más con la muerte que con la vida [1]; por importunacion de aquel capitan y de otros compañeros que allí estaban, nos comenzamos á retraer peleando con nuestras espadas y rodelas con los enemigos, que venian hiriendo en nosotros. Y en esto llega un criado mio á caballo, y hizo algún poquito de lugar; pero luego dende una azotea baja le dieron una lanzada por la garganta, que le hicieron dar la vuelta; y estando en este tan gran conflito, esperando que la gente pasase por aquella calzadilla á ponerse en salvo, y nosotros deteniendo los enemigos, llegó un mozo mio con un caballo para que cabalgase; porque era tanto el lodo que habia en la calzadilla de los que entraban y salian por el agua, que no habia persona que se pudiese tener, mayormente con los empellones que los unos á los otros se daban por salvarse. E yo cabalgué, pero no para pelear, por que allí era imposible podello hacer á caballo, porque si pudiera ser, antes de la calzadilla, en una isleta se habian hallado los ocho de caballo que yo
- ↑ Los que minoran el mérito de la conquista reflexionen sobre lo que aquí expresa Cortés. pues fué tan grande el riesgo, que es maravilla que se hubiese libertado dél.