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para traer adobes y madera de las casas de la ciudad que estaban mas ercanas al real. Y ellos dijeron que las canoas y gente de guerra estaban apercibidos para cada dia; y en el hacer de las casas sirvieron tan bien, que de una parte y de la otra de las dos torres de la calzada donde yo estaba aposentado, hicieron tantas, que dende la primera casa hasta la postrera habria más de tres ó cuatro tiros de ballesta. Y vea vuestra majestad quó tan ancha puede ser la calzada que va por lo más hondo de la laguna, que de la una parte y de la otra iban estas casas, y quedaba en medio hecha callo, que muy á placer á pié y á caballo, íbamos y veníamos por ella; y había á la continua en el real, con españoles y indios que les servian, más de dos mil personas, porque toda la otra gente de guerra nuestros amigos, se aposentaban en Cuyoacan, que está legua y media del real, y tambien estos destas poblaciones nos proveían de algunos mantenimientos, de que teniamos harta necesidad, especialmente de pescado y de cerezas [1], que hay tantas, que pueden bastecer, en cinco ó seis meses del año que duran, á doblada gente de la que en esta tierra hay.

Como dos ó tres dias arreo habiamos entrado por la parte de nuestro real en la ciudad, sin otros tres

  1. Capulines se llaman las cerezas, pero de mal señor y muy inferiores á las de España.