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canoas [1] y por la calzada, á dar sobre nuestro real, y cierto nos pusieron en gran temor y rebato, en especial porque era de noche, y nunca ellos á tal tiempo suelen acometer, ni se ha visto que de noche hayan peleado, salvo con mucha sobra de victoria. E como nosotros estábamos muy apercibidos, comenzamos á pelear con ellos y dende los bergantines, porque cada uno traia un tiro pequeño de campo, comenzaron á soltallos, y los ballesteros y escopeteros á hacer lo mismo; y desta manera no osaron llegar mas adelante, ni llegaron tanto que nos hiciesen ningun daño; y así, nos dejaron lo que quedó de la noche sin nos acometer más.

Otro dia, en amaneciendo, llegaron al real de la calzada donde yo estaba, quince ballesteros y escopeteros, y cincuenta hombres de espada y rodela, y siete ó ocho de caballo de los de la guarnición de Cuyoacan; é ya, cuando ellos llegaron, los de la ciudad en canoas y por la calzada peleaban con nosotros. Y era tanta la multitud, que por el agua y por la tierra no víamos sino gente, y daban tantas gritas y alaridos, que parecia que se hundia el mundo. E nosotros comenzamos á pelear con ellos por la calzada adelante, y ganámosles una puente que tenian quitada, y una albarrada que tenían hecha á la entrada. E con los tiros y con los de caballo hicimos tanto daño en ellos, que casi los en-

  1. Hay canoas pequeñas, medianas y grandes, que llaman de trasporte, que igualan algunas á las barcas de España.