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rios y rota la calzada y hechas muchas albarradas, y pelearon con ellos, y los ballesteros hirieron y mataron á algunos; y esto continuaron seis ó siete dias, que en cada uno dellos hubo muchos recuentros y escaramuzas. En una noche, á média noche, llegaron ciertas velas de los de la ciudad á gritar cerca del real, y las velas de los españoles apellidaron al arma, y salió la gente, y no hallaron ninguno de los enemigos, porque dende muy lejos del real habian dado la grita, la cual les había puesto en algun temor. E como la gente de los nuestros estaba dividida en tantas partes, los de las dos guarniciones deseaban mi llegada con los bergantines, como la salvación; y con esta esperanza estuvieron aquellos pocos dias hasta que yo llegué como adelante diré. Y en estos seis dias los del un real y del otro se juntaban cada dia, y los de caballo corrian la tierra, como estaban cerca los unos de los otros, y siempre alanceaban muchos de los enemigos, y de la sierra cogian mucho maíz para sus reales, que es el pan y mantenimiento destas partes, y hace mucha ventaja á lo de las islas.

En los capítulos precedentes dije cómo yo me quedaba, en Tesáico con trecientos hombres y los trece bergantines, porque en sabiendo que las guarniciones estaban en los lugares donde habian de asentar sus reales, yo me embarcase y diese una vista á la ciudad y hiciese algun daño en las canoas;

Cartas de Hernan Cortes—Tomo I.—29