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tomariamos en medio. Y así fué, que como los enemigos vieron que los españoles les subian por el cerro, volvieron las espaldas, creyendo que huian á su salvo, y topan con nosotros, que seriamos quince de caballo, y comenzamos á dar en ellos, y los de Tascaltecal asimismo; por manera que en poco espacio murieron más de quinientos de los enemigos, y todos los otros se salvaron y huyéronse á las sierras, y los otros seis de caballo acertaron á ir por un camino muy ancho y llano alanceando á los enemigos, y á média legua de Suchimilco dan sobre un escuadron de gente muy lucida, que venia en su socorro, y desbaratáronlos y alancearon algunos. E ya que nos hobimos juntado todos los de caballo, que serían las diez del dia, volvimos á Suchimilco, y á la entrada hallé muchos españoles que descansaban mucho nuestra venida y saber lo que nos habia sucedido, y contáronme cómo se habian visto en mucho aprieto y habian trabajado todo lo posible por echar fuera los enemigos, de los cuales habian muerto mucha cantidad. E diéronme dos espadas de las nuestras que les habian tomado, y dijéronme cómo los hallesteros no tenian saetas ni almacen alguno. Y estando en esto, antes que nos apeásemos, asomaron por una calzada muy ancha un gran escuadron de los enemigos con muy grandes alarides. E de presto arremetimos á ellos, y como de la una parte y de la otra de la calzada era todo agua, lanzáronse en ella; y así los desbaratamos; y recogida la gente, volvi-