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yo estaba, ó si los llevarían á la sierra, porque tenian muy gran temor. E yo les animé y dije que no hubiesen ningun miedo, y que se estuviesen en sus casas, y no hiciesen mudanza; y que no holgaba de cosa más que de verme con los de Culúa en campo, y que estuviesen apercibidos, y pusiesen sus velas y escuchas por toda la tierra, y en viendo ó sabiendo que venian los contrarios, me lo ficiesen saber; y así, se fueron, llevando muy á cargo lo que les había mandado. E yo aquella noche apercibí toda la gente, y puse muchas velas y escuchas en todas las partes que era necesario, y en todavía noche nunca, dormimos ni entendimos sino en esto. E así estuvimos esperando toda esta noche y dia siguiente, creyendo lo que nos habían dicho los de Guajuta y Coatinchan, y otro día supe cómo por la costa de la laguna andaban algunos indios de los enemigos faciendo saltos [1], y esperando tomar algunos indios de Tascaltecal que iban y venian por cosas para el servicio del real; y supe cómo se habian conferedado con dos pueblos sujetos á Tesáico, que estaban allí junto al agua, para dende allí facer todo el daño que pudiesen. E facian para se fortalecer en ellos albarradas y acequias y otras cosas para su defensa; é como supe esto, otro

  1. La laguna de Tezcuco llegaba entonces hasta la misma ciudad, y hoy está retirada una legua; pero se advierte, que Cortés hizo llegar el agua hasta la ciudad abriendo un caz ó acequia para echar los bergantines.