niéndolo en efecto, yo en nombre de vuestra ma-
jestad puse nombre á la dicha villa, Segura de la
Frontera [1], y nombré alcaldes y regidores y otros
oficiales, conforme á lo que se acostumbra. E por
más seguridad de los vecinos desta villa, en el lu-
gar donde la señalé se ha comenzado á traer mate-
riales para facer una fortaleza, porque aquí los hay
buenos, y se dará en ella toda la priesa que sea más
posible.
Estando escribiendo esta relacion, vinieron á mi
ciertos mensajeros del señor de una ciudad que
está cinco leguas desta provincia, que se llama
Guacahula, [2] y es á la entrada de un puerto que
se pasa para entrar á la provincia de México por
allí; los cuales de parte del dicho señor me dijeron
que, porque ellos pocos dias habia habian venido á
mí á dar la obediencia que á vuestra majestad de-
bian, y se habian ofrecido por sus vasallos, y que
porque yo no les culpase, creyendo que por su con-
sentimiento era, me hacian saber cómo en la dicha
cuidad estaban aposentados ciertos capitanes de
Culúa. E que en ella y á una legua cella estaban
treinta mil hombres en guarnicion, guardando aquel
puerto y paso para que no pudiésemos entrar por
él, y tambien para defender que los naturales de
la dicha ciudad ni de otras provincias á ellas co-
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