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ellos tienen por religiosas en sus mezquitas, vestidas de las vestiduras que usan y cantando á su manera, como lo hacen en las dichas mezquitas[1]. E con esta solemnidad nos llevaron hasta entrar en la ciudad, y nos metieron en un aposento muy bueno, adonde toda la gente de mi compañía se aposentó á su placer. E allí nos trajeron de comer, aunque no cumplidamente. Y en el camino topamos muchas señales de las que los naturales desta provincia nos habían dicho; porque hallamos el camino real cerrado y hecho otro, y algunos hoyos, aunque no muchos, y algunas calles de la ciudad tapiadas, y muchas piedras en todas las azoteas. Y con esto nos hicieron estar mas sobre aviso y á mayor recaudo.

Allí fallé ciertos mensajeros de Mocteczuma que venía á hablar con los que conmigo estaban; y á mí no me dijeron cosa alguna mas que venian á saber de aquellos lo que conmigo habías hecho y


ras, y de madera unos atabales que resuenan mucho, y en el pueblo de Culuacan he visto uno hueco por dentro, con un palo atravesado un la boca de arriba, y se toca con piedras.

  1. Los templos de los indios tenian muchas gradas para subir; otros eran montes hechos á mano muy altos, como aun se ve uno en Cholula, dos en San Juan Theutihuacan, que quiere decir Lugar de los Dioses, y en otros pueblos: á los altares ú adoratorios les llamaban cúes, que también estaban en lugares elevados. El templo grande de México dedicado á la deidad de Huitzilopozthli, que fué el primer caudillo general de los mexicanos, era el mas suntuoso de todos.