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Biblioteca del Congreso Nacional de Chile
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Al poner al centro de nuestra acción al parlamentario y a su red de apoyo, nos exponemos a un giro simultáneo y permanente de visiones y de prácticas, revalorizando nuestro quehacer desde la experiencia cualitativa que provocamos en esta comunidad.

Traer valor es una tarea que implica un proceso de reinvención de nuestra Biblioteca, conjugado con el contexto global, nacional y con el espacio específico del Congreso. Esto significa establecer relaciones permanentes con la comunidad para desarrollar su capacidad de acción. Una visión de este tipo nos obliga a salir de nuestras salas y participar activamente en la cotidianidad de nuestros parlamentarios, tener presencia en terreno, para que puedan contar con nosotros en su labor distrital y regional.

Los nuevos equipamientos tecnológicos exigen, además, recuperar el histórico rol docente de enseñanza y comprensión de los alfabetos, hoy, extendido al lenguaje de las tecnologías de información. Esto se traduce en el compromiso de generar destrezas informacionales en nuestra comunidad inmediata para ayudarlos a operar bien en la sociedad de la información.

Desde este nuevo sentido común, no pensamos a la Biblioteca del Congreso Nacional como oferente de productos y servicios que surten demandas de usuarios, sino, como una Institución que colabora con la expansión de las posibilidades de su audiencia en tanto seres humanos, que les trae a a mano conocimientos comprensibles, congruentes con sus valores individuales y con sus prácticas culturales de origen, con sus preocupaciones y con sus comunidades pertinentes. Una institución que le ofrece a los parlamentarios la colaboración y los instrumentos para el desempeño de su rol, sus compromisos y la construcción de su identidad.

Creo que, de este modo, la Biblioteca se transforma en un instrumento de producción y de acumulación de capital social.

La Biblioteca que propongo, es por lo tanto, una invitación a los Parlamentarios para entrar en esta conversación que creemos recíprocamente productiva.

La elaboración de este libro ha sido un trabajo colectivo de miembros de la Biblioteca que han vivido los procesos de cambio en estos últimos años. Agradezco el trabajo de su editor, el historiador David Vásquez, de los autores Srta. Ximena Feliú, Sra. Marialyse Délano y los Srs. Juan Guillermo Prado y Pablo Valderrama, como también el aporte de contenidos de Ana María Zúñiga, de Thomas Connelly por su revisión y traducción al inglés y de Carla Grandi,