recibiera la Biblioteca después del incendio:
“Tampoco fue olvidada la Biblioteca del Congreso Nacional (...). Se le asignaron repetidamente fondos suplementarios, v. gr. en 1895(6.000 pesos), en 1898(4.000 pesos), 1899 (8.000 pesos), etc. El año 1900, su planta era de un bibliotecario, dos oficiales auxiliares y un portero, con sueldos anuales de, respectivamente, tres mil, mil doscientos, y seiscientos cuarenta y ocho pesos.“(9)
No deja de ser interesante tener presente que la existencia de esta institución es un verdadero prodigio, ya que tal vez sea la única biblioteca parlamentaria del mundo en la que parte de su material bibliográfico haya sobrevivido a guerras, naufragios, incendios y terremotos, en sus ya 120 años de historia.
Antes de continuar, hay que detenerse en 1910, año en que el ya muy enfermo Presidente de la República, don Pedro Montt M., (fallecería el 16 de agosto de aquel año, antes de finalizar su mandato constitucional) apenas alcanzó a pronunciar el que sería su último Mensaje Presidencial a a Nación, el 1° de junio de ese año, desde la testera del Salón de Honor del edificio del Congreso Nacional, recién concluido en sus reparaciones, y donde ya funcionaban el Senado, la Cámara y la Biblioteca, que él mismo impulsó a formar en 1883. La entrega final del edificio se concretaría a mediados de 1910.
Además de distraer importantes fondos, tiempo y personal en reparar las instalaciones de la Biblioteca, don Adolfo Labatut se abocaría metódicamente a la confección de catálogos con el registro del material bibliográfico. Ya se mencionó el primero de 1893 realizado en su época de ayudante de don Arturo Alessandri, y hay que agregar el catálogo de 1902, sólo siete años después del incendio, lo cual demuestra su eficiencia en la reconstrucción patrimonial. Asimismo, fue el primer Director en introducir un