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ÉGLOGA 1.

Pero Roma levanta su cabeza
Sobre las otras, cual cipres altivo
Sobre la débil mimbre en la maleza.

MELIBEO.

¿Y cuál de ver tú á Roma fué el motivo?

TITIRO.

La libertad. Que al fin, aunque tardía,
Volvió hacia mi su rostro compasivo;
Y despertando la pereza mia
Logréla conocer, cuando ya cana
La barba al afeitarme me caía;
Y despues que entregado á la lozana
Tierna Amarilis, Galatea me huyera,
Y libre fuí de su opresion tirana.
Pues en verdad, que mientras que yo fuera
De Galatea, ni el caudal cuidaba,
Ni llegar á ser libre concibiera.
Y aunque de mis apriscos yo sacaba
Víctimas mil del uno al otro Enero,
Que á la ingrata ciudad siempre llevaba,
Y queso en cantidad cual el primero,
Jamás de vuelta para mi majada
Traje las manos llenas de dinero.

MELIBEO.

Por eso yo admiré verte angustiada,
¡Oh Amarilis! y para quién pendiente
La fruta estaba en tu jardin guardada.
Titiro tu querido estaba ausente:
¡Oh Titiro! y tu vuelta la pradera
Demandaba y el bosque y pino y fuente.