Allá en oriente, como del fondo del mar Rojo, levantábase un dia la luna por entre enrojecidas nubes: las olas embravecidas inundaban territorios, llenando de luto los templos del Señor. Hasta la Grecia, perdidas las esperanzas, temia al turco y olvidaba sus gloriosos recuerdos, viendo eclipsarse el sol del Gólgota mientras fatídico se remontaba el astro del Islam.
El mar borra sus playas, los reinos sus confínes: el ardiente Simoun trasplanta la arena en montes. Las rojas cabelleras de los cometas no duran muchos dias. La verdad sola luce eternamente.