Osé y temí; más pudo la osadía
Osé y temí; más pudo la osadía tanto, que desprecié el temor cobarde. Subí a do el fuego más me enciende y arde cuanto más la esperanza se desvía. Gasté en error la edad florida mía; ahora veo el daño, pero tarde, que ya mal puede ser que el seso guarde a quien se entrega ciego a su porfía. Tal vez pruebo -mas, ¿qué me vale?- alzarme del grave peso que mi cuello oprime; aunque falta a la poca fuerza el hecho. Sigo al fin mi furor, porque mudarme no es honra ya, ni justo que se estime tan mal de quien tan bien rindió su pecho.