Oración de la tarde

Los poetas malditos (1921)
de Paul Verlaine
traducción de Mauricio Bacarisse
ilustración de Dehesa de Mena
Oración de la tarde de Arthur Rimbaud

ORACIÓN DE LA TARDE

Como a un ángel que afeitan, vivo siempre sentado,
empuñando algún vaso de profundas estrías;
doblado el hipogastrio, miro cómo han zarpado
del puerto de mi pipa tenues escampavías...

Cual cálida inmundicia que un palomar ha hollado,
me abrasan dulcemente múltiples fantasias
y es mi corazón triste, árbol ensangrentado
por las jaldes resinas doradas y sombrías.

Cuando agoto mis sueños de bebedor asiduo
de cuarenta cuartillos, sin ningún sobresalto
me recojo y expulso el ácido residuo.

Tierno como el Señor del cedro y los hisopos,
meo hacia el cielo oscuro, muy lejos y muy alto,
con venia y beneplácito de los heliotropos.