Oh, fuera yo el olimpo, que con vuelo
¡Oh, fuera yo el olimpo, que con vuelo de eterna luz girando resplandece cuando mengua Timbreo y Cintia crece en el medroso horror del negro velo! En lo mejor del noble hesperio suelo, que cerca baña el Betis, y enriquece, viera la alma belleza que florece y esparce lumbre y puro ardor del cielo; y en su candor clarísimo encendido, volviera todo en llama, como espira en fuego cuanto asciende al alta etra. Tal vigor en sus rayos escondido yace, que si con fuerza alguno mira en ella, con más fuerza en él penetra.