Ofreciendo a una belleza
Cuando del mar las ondas cristalinas vieron nacer de Venus la hermosura, no adornaban su frente o su cintura mirtos de amor ni rosas purpurinas; pero el agua le dio galas marinas, perlas de su garganta a la blancura, y, por guirnaldas, a su frente pura caracoles y conchas peregrinas; esa gracia y beldad que en ti descuella junto a la mar nació, pues no repares en dar marino adorno a tu sien bella, para que en todo a Venus te compares, y todos digan al mirarte: «Es ella, en el momento en que nació en los mares.»