Odas de Horacio (Eduardo de la Barra tr.)/Prefacio

Odas (1899) de Horacio
traducción de Eduardo de la Barra
Índice
Nota: Se respeta la ortografía original de la época


ODAS DE HORACIO


NUEVA VERSIÓN


PREFACIO

En estos días propicios al decadentismo, en que no hay audacia nerviosa contra la lengua, el ritmo y el sentido común que no encuentre aplaudidores, parecerá temeridad y anacronismo, á muchos incomprensible, intentar una traduccion del clásico Horacio en versos serenos, libres de agitaciones epilépticas, y exentos de modernísimos espejeos.

El exceso en la accion invita á la saludable reaccion, y, cuando la Musa joven y desenfrenada, se lanza sin brújula á lo desconocido, no hay mal en presentar á su contemplacion los claros modelos que nos legó la antigüedad, ya sea en las odas de Horacio, ya en las estatuas inmortales del arte helénico, ó bajo cualquiera de las formas clásicas divinizadas en las Musas.

La estatua, para los que no pueden admirar el original mismo suele reproducirse ya en mármol ó bronce, ya en artístico dibujo, en el lienzo ó en la placa fotográfica. La copia, buena ó mala, siempre da idea del modelo, aún cuando no nos transmita la impresión de agrado y asombro que se siente contemplando el original.

El translado en poesía es más dificultoso, pues hay que atender á dar idea de la forma externa y del espíritu de la obra, á fin de producir una sensacion poética idéntica á la del original.

Traducir verso á verso y palabra á palabra no es traducir, pues, aún cuando así se reproduzca la corteza, faltará el alma, la intención, la realidad del pensamiento primitivo. Las traducciones ad litteram, engañosamente fieles, carecen del quid divino de la obra del poeta.

Atenerse al espíritu dominante de la obra sin curarse de sus rasgos geniales y característicos, tampoco es traducir. Cuando el traductor suprime, modifica y agrega á sabor, lo que hace es parafrasear, bordar sobre el mismo tema en telar ajeno, componer en colaboracion forzada.

Atender á la vez á esas dos condiciones, la material y la ideal, y discretamente fundirlas en una, es requisito indispensable de la buena traduccion.

Tampoco puede faltar la correccion en el lenguaje, ni la claridad de expresion, ni el verso fluído y musical, condiciones que no deben sacrificarse en aras de la fidelidad chineșca, donde algunos inmolan á Horacio.

El poeta argentino don Bartolomé Mitre, Arcade de Roma, ha traducido ad litteram las Odas del gran lírico latino; pero, á pesar de su ilustracion y renombre, no ha conseguido presentarnos frescas y olorosas las flores del Ofanto. El herbario comprimido y marchitado, da pálida idea del jardín donde sus plantas florecieron. Prueba esto que el método de disección poética ad litteram no es bueno, ya que tal empresa y en tales manos no dió mejores frutos.

Pruébalo también la pobrísima idea que tiene el ilustre General de todos los traductores de Horacio en la redondez del orbe. A todos los rechaza por ampulosos, por infieles, por no ajustarse á su sistema literal, único que estima aceptable. Conoce hasta 165 poctas entre españoles i americanos, que se han ejercitado durante siglos en traducir las Odas del vate venusino, y cree que entre todos apenas si han producido una docena Página:Odas de Horacio (trad. Eduardo de la Barra).djvu/5 Página:Odas de Horacio (trad. Eduardo de la Barra).djvu/6 Página:Odas de Horacio (trad. Eduardo de la Barra).djvu/7 Página:Odas de Horacio (trad. Eduardo de la Barra).djvu/8 Página:Odas de Horacio (trad. Eduardo de la Barra).djvu/9 Página:Odas de Horacio (trad. Eduardo de la Barra).djvu/10 Página:Odas de Horacio (trad. Eduardo de la Barra).djvu/11

Siguiendo la costumbre por otros establecida, como punto de referencia, al lado de cada oscura traducción mía presentaré las más famosas versiones castellanas de la misma Oda, que así se aquilata el gusto, se afirma el criterio, y se resarce á los lectores evitando que «el libro se les caiga de las manos».

Si á pesar de la abrumadora comparación con los grandes modelos, estos pobres versos de un mal latinista llegan á hallar fortuna, puedan ellos algún dia servir de contribución al Horacio Americano.