Noticias de descubridores: 03
Entre las personas notables que se alistaron en la segunda expedicion de Colon al Nuevo-Mundo, año de 1493, lo fué un jóven caballero natural de Cuenca, llamado Alonso de Ojeda, que se habia educado en la casa del Duque de Medinaceli, dando pruebas de extraordinario arrojo y valentía. Cuenta de él Fr. Bartolomé de las Casas una anécdota, que merece recordarse, porque da cabal idea de su asombrosa serenidad y valor.
Hallándose la reina Doña Isabel en la célebre torre de la catedral de Sevilla, llamada la Giralda, deseoso Ojeda de entretener á S. M., dando al mismo tiempo prueba de su agilidad y esfuerzo, subióse á una gran viga que proyectaba en el aire como veinte pies fuera de la torre, á tan inmensa altura de la tierra, que las personas que por ella pasaban parecían enanas. Caminó por la viga con la misma desenvoltura que si anduviese por una llana plaza, y cuando llegó á la punta, levantó una pierna en el aire, y girando ligeramente sobre la otra, volvió al punto de partida sin experimentar el menor vahido, ni le causase temor de ningún género tan pavorosa altura. Quedándose después sobre un pié en la viga, puso el otro en la pared de la torre, y tiró por cima de ella una naranja; pruebas todas, dice las Casas, de inmensa fuerza muscular. Tal y tan esforzado era el jóven Ojeda, aunque de baja estatura, fornido de miembros, de rostro moreno y agraciado, destrísimo en el manejo de todas armas, y en el bote de lanza inimitable, ídolo de aquella juventud aventurera y Aquíles de la grandiosa epopeya que dio á España un Nuevo-Mundo.
El Almirante, justo apreciador del mérito, no tardó en distinguirle entre todos sus compañeros, fiando siempre á su pericia y valor las más arriesgadas empresas. El fué quien exploró el primero las vírgenes selvas de la isla Española, y descubrió las minas de Cibao, de las cuales sacó para muestra de su riqueza un grano de oro de ocho onzas de peso; él quien en 1497, al frente de los expedicionarios, guerreó con los Indios hasta vencer al valiente cacique Contrabo, logrando la completa sumision de Santo Domingo, y él quien, constantemente fiel al gran Colon, le defendió siempre de sus envidiosos y detractores. Cuando Colon regresó á España, quedóse en aquellas regiones prendado sin duda de una vida que tan ancho campo prestaba á su actividad aventurera. Armó por cuenta propia una nave, y con ella hizo diferentes viajes de exploracion, en uno de los cuales llevó de piloto al florentino Américo Vespucci, que tuvo la singular fortuna de dar su nombre al nuevo continente. Vióse en peligro de perecer muchas veces en tan diferentes expediciones, y una, entre otras, derrotado por los Indios de Veragua, en Casamuiri, quienes mataron á su piloto Juan de la Colsa, y otros setenta españoles, año de 1508, herido con más de trescientos flechazos, tuvo que esconderse entre unas matas, con la espada en la mano, y á espaldas el broquel, y así le halló próximo á espirar de hambre y miseria Diego de Nicuera, que lo salvó de aquel conflicto.
En 1509 fué nombrado Gobernador de la Nueva Andalucía, y el año siguiente fundó la ciudad de San Sebastian; pero habiendo tenido un choque con los Indios, le hicieron con flecha envenada en un muslo una herida que se curó haciendo ascuas dos planchas de hierro, que obligó al cirujano á que le aplicara en las dos bocas de la llaga. Habiendo escapado de este peligro, fué á dar contra la costa de Cuba, en la cual se hizo pedazos la nave en que iba. Quiso después acercarse á la Jamaica, y anduvo cien leguas siguiendo siempre la orilla del mar, y tan desprovisto de comodidades, que se vió obligado á caminar algunos dias con el agua á la cintura, sin hallar nada que comer, y viéndose precisado, para apagar la sed, á beber una agua encenagada y salitrosa. Llegó por fin á la Jamaica, y de allí se trasladó á Santo Domingo, donde, al decir de algunos, se metió fraile franciscano, y concluyó sus dias en el claustro; pero, segun otros escritores de más autoridad, murió de pesadumbre poco después de su llegada, y tan pobre, que fué necesario mendigar una sábana para envolver su cuerpo y sepultarlo. Dicese que escribió unos Comentarios de sus expediciones, que se han perdido.