Nostalgias imperiales
NOSTALGIAS IMPERIALES
I
En los paisajes de Mansiche labra
imperiales nostalgias el crepúsculo;
y lábrase la raza en mi palabra,
como estrella de sangre a flor de músculo.
El campanario dobla.... No hay quien abra
la capilla.... Diríase un opúsculo
bíblico que muriera en la palabra
de asiática emoción de este crepúsculo.
Un poyo con tres potos, es retablo
en que acacaban de alzar labios en coro
la eucaristía de una chicha de oro.
Mas allá, de los ranchos surge al viento
el humo oliendo a sueño y a establo,
como si se exhumara un firmamento
II
La anciana pensativa, cual relieve
de un bloque pre-incaico, hila que hila;
en sus dedos de Mama el huso leve
la lana gris de su vejez trasquila.
Sus ojos de esclerótica de nieve
un ciego sol sin luz gualda y mutila....!
Su boca está en desdén, y en calma aleve
su cansancio imperial talvez vigila.
Hay ficus que meditan, melenudos
trovadores incaicos en derrota,
la rancia pena de esta cruz idiota.
en la hora en rubor que ya se escapa,
y que es lago que suelda espejos rudos
donde náufrago llora Manco-Cápac.
III
Como viejos curacas van los bueyes
camino de Trujillo, meditando....
Y al hierro de la tarde, fingen reyes
que por muertos dominios van llorando.
En el muro de pié, pienso en las leyes
que la dicha y la angustia van trocando:
ya en las vindas pupilas de los bueyes
se pudren sueños que no tienen cuándo.
La aldea, ante su paso, se reviste
de un rudo gris, en que un mugir de vaca
se aceita en sueño y emoción de huaca.
Y en el festín del cielo azul yodado
gime en el cáliz de la esquila triste
un viejo coraquenque desterrado.
IV
La Grama mustia, recogida, escueta
ahoga no sé qué protesta ignota:
parece el alma exahusta de un poeta,
arredrada en un gesto de derrota.
La Ramada ha tallado su silueta,
cadavérica jaula, sola y rota,
donde mi enfermo corazón se aquieta
en un tedio estatual de terracota.
Llega el canto sin sal del mar labrado
en su máscara bufa de canalla
que babea y da tumbos ahorcado!
La niebla hila una venda al cerro lila
que en ensueños miliarios se enmuralla,
como un huaco gigante que vigila.