Nomenclatura y apología del carajo
El autor de esta producción, según un reputado publicista y literato de éste país, es el poeta festivo, satírico y epigramático don Francisco Acuña de Figueroa, inteligencia peregrina, gloria no sólo del Uruguay, su cuna, sino del Nuevo Mundo.
Me he determinado a publicarla porque al mismo tiempo que doy a conocer un trabajo completamente desconocido, digno por su singular rareza que exalta la extraordinaria facilidad para versificar del fecundo vate_ demuestro lo rico que es el idioma castellano.
Es posible que algunos consideren inconveniente o impropia esta publicación por creer que así contribuimos al relajamiento moral de nuestra civilización febril y vertiginosa; pero las censuras de éstos moralistas no me preocupan mayormente por cuanto considero la "Nomenclatura y Apología del Carajo" una obra de erudición lexicográfica. Pocos poetas americanos han escrito mejor, con mas pureza la lengua española que Acuña de Figueroa cuyo innegable talento le permitía abordar todos los temas y todos los metros.
Por otra parte, me interesa dejar la debida constancia, que la presente edición circulará privadamente y entre determinadas personas como se ha hecho en Buenos Aires, con las producciones de ésta misma índole de Juan Cruz Varela y Florencio Madero.
- Nomenclatura y Apología del Carajo.
- La lengua castellana es tan copiosa,
- En voces y sinónimos, tan rica,
- Que con nombres diversos, cualquier cosa
- O con varias metáforas explica
- Monarca Soberano, y Rey... ¡qué encanto!
- Todo es un mismo nombre repetido;
- Y tres veces también con un sentido
- Son, Pontífice; Papa, y Padre Santo.
- Pero hay de grande aprecio entre los hombres,
- Un cierto pajarraco, o alimaña,
- Que tiene más sinónimos, y nombres
- Que títulos tenia el Rey de España.
- Yo, por tal de evitárosle trabajo
- De una investigación algo penosa,
- Diré que esa alimaña, o quisicosa
- No es el Papa, ni el Rey sino... el Carajo!
- Miembro Viril, o miembro solamente
- Le llama el diccionario... ¡Qué Mezquino!
- Sus nombres en el uso más frecuente
- Son el nabo, el zurriago, y el pepino
- El cimborio, la tripa, y el virote
- (flores son de la Lengua Castellana)
- el visnago, la pica y la macana
- son como la mazorca y el cipote.
- El príapo, la porra, y el chorizo
- El rábano, la pija, y el badajo;
- Picha y ciruela en Español castizo
- Son sinónimos todos del Carajo.
- El vergajo; la guasca, y mango
- el tarugo, el lenguado, y la banana
- el pito, y el vitoque... es cosa llana
- que equivalen al chocho, y al zanguango.
- La butifarra, el tronco, y la batata
- O el lagarto, le llama cualquier topo
- el aquello, o la cosa, la Beata
- y el Fraile, la correa, y el hisopo.
- Muchos suelen llamarle, el trompo, el sapo
- otros, el motillón, y el calabrote;
- los músicos, la flauta, o el fagote
- y el artillero espeque, o sacatrapo.
- Siguiendo a la metáfora la hebra
- Llámanle, el narigón, el nene, el chato
- el tramojo, el merengue y de barato,
- van péndulo, panal, bicho y culebra.
- La berenjena, la pistola, el dómine,
- bien lo sabe cualquiera chuchumeco
- todos vienen a ser Carajo "in nomine"
- lo mismo que el gazapo, y el muñeco.
- En el estilo vulgar, llámanle el rabo
- y algunos el peludo... ¡Impropio nombre!
- pues por más pendejudo que sea un hombre
- no tiene tales pelos en el nabo!
- Tiene otros cien apodos que no cuento
- que aplica cada cual, según su antojo
- como el corvo, la pieza, el instrumento.
- el mondongo, el apéndice, el hinojo.
- El negocio, la polla, y la poronga
- van como suplemento... y pica punto
- que no falta purista que suponga
- que esto el miembro, y cojones todo junto.
- He aquí en todas sus fases, y conforme
- a la ley, por el uso sancionada
- con setenta y tres nombres señalada
- aquella quisicosa-multiforme.
- La cajeta de nombres menos rica
- no puede competirle y alza moño
- aunque ostenta sus títulos, de Chica
- o de raja, argolla, concha y coño.
- Lejos de competirle, queda abajo
- En buena hora, le añadan papo, y chocho,
- Nombres de morondanga... Ellos son ocho
- Y entre todos no valen un ¡Carajo!.
- Yo, en cualquiera emoción, desahogo el pecho
- Cuando un fuerte ¡Carajo! desembucho...
- Interjección potente del despecho
- Que si es echada a tiempo, vale mucho.
- Del sexto en los sentidos corporales,
- es el carajo la mejor prescea;
- y más si es de esos miembros burricales
- que ostentan a la par Fajardo y Zea.
- Palabra comodín, que entra al destajo
- en todo, pues se dice sin reproche,
- fría como un Carajo está la noche
- O caliente está el sol, como un Carajo.
- Un buen gallo contenta a cien gallinas
- y a diez hembras, cualquier mameluco
- y por ser bien armado, el Rey Nabuco,
- se preñó a cuatro cientas concubinas.
- No me vengan hipócritas devotos,
- tratando de indecentes mis razones,
- ellos dicen, testículos y escrotos,
- y se asustan de huevos y cojones.
- El venerable Astete, sin reparo,
- Y en verdad que ninguno lo acrimina
- No fornicar prescribe en su doctrina
- que es decir, no joder hablando claro.
- Masturbación... ¡satánico delito!
- Clama el predicador; pero un galopo
- sigue en la tanda de sobarse el pito
- ¿Porqué? Porque no entiende aquel piropo.
- En asunto de nabo, o de cajeta
- pan, pan, y vino, vino, es lo acertado
- dígase claramente que es pecado
- el hacerse la paja o la puñeta.
- El profeta Ezequiel, dis que Doliba
- se entregaba a cualquiera rodaballo
- con tal de que le arrimasen panza arriba
- Verga de burro, y chorro de caballo.
- Un Carajo de un seme, grueso y sano
- es digno de coronas y guirnaldas
- Así ante tan potente soberano
- Las Nobles y plebeyas, caen de espaldas.
- Hay de Carajos, variedad bastante
- Largos, cortos, redondos, puntiagudos!
- derechos y torcidos, servigudos!
- Y romos y de punta de Diamante.
- Si el miembro de botón, como el de un perro
- se engancha al fornicar y es un estorbo
- y es bueno que sea duro, como un hierro
- y es mejor es derecho, que no corvo.
- En fin, aquí termina mi trabajo
- Si algún censor severo lo condena
- Que me eche un buen Carajo... en hora buena
- ¡Que más quisiera yo, que un buen Carajo!.