No canto hazañas de Mavorte impío
No canto hazañas de Mavorte impío,
Canto victorias de Cupido airado,
Cuando en la guerra atroz de mi cuidado
Cautivó dulcemente mi albedrío.
A pesar de envidioso desvarío
Pretende ser mi amor eternizado
Por divina virtud de un bello agrado,
Que reverente adora el pecho mío.
Si en ansia ardiente al corazón encalma
El fuego amante de un gentil sujeto,
Corone el canto de mi amor a la palma.
Mi fuego pues con uno y otro efecto,
Si da con vivo mal ardor al alma,
Dé con sabio favor Luz al concepto.
Esta poesía forma parte del libro Música de el Parnaso (1705)