​Niebla​ de José María de Aguirre


 Nublose el sol de la esperanza mía
 que siempre tuvo resplandor escaso,
 sin llegar a las cumbres del Ocaso,
 la linde al trasponer el mediodía.
 

 Al escalar la pedregosa vía
 menguó mi aliento y vacilo mi paso;
 y tuve sed y la sacié en tu vaso
 ¡musa del Septentrión, Melancolía!
 

 Agotado en los medios del camino
 en plena juventud, voy peregrino
 desalentado, vacilante y ciego.
 

 Nublose el sol de la esperanza mía...
 ¿No habrá una estrella que me preste guía
 en este mar de sombra en que me anego?