Ni siquiera un renglón ayer he escrito
Ni siquiera un renglón ayer he escrito, que es para mí fortuna nunca vista; hice por la mañana la conquista de una graciosa ninfa a quien visito. Entre amigos comí con apetito; fui luego en un concierto violinista, y me aplaudieron como buen versista en cierto conciliábulo erudito. Divertime en un baile, volví en coche, y el día se pasó como un instante. ¡Qué diversión tan varia, tan completa! ¡Qué vida tan feliz! Pero esa noche me quitó el sueño... ¿Quién? Un consonante ¡Oh desgraciada vida de poeta!