Muertos
En los húmedos bosques, en otoño, al llegar de los fríos, cuando rojas, vuelan sobre los musgos y las ramas en torbellinos, las marchitas hojas, la niebla al extenderse en el vacío le da al paisaje mustio un tono incierto y el follaje do huyó la savia ardiente tiene un adiós para el verano muerto y un color opaco y triste como el recuerdo borroso de lo que fue y ya no existe. En los antiguos cuartos hay armarios que en el rincón más íntimo y discreto, de pasadas locuras y pasiones guardan, con un aroma de secreto, viejas cartas de amor, ya desteñidas que obligan a evocar tiempos mejores, y ramilletes negros y marchitos, que son como cadáveres de flores y tienen un olor triste como el recuerdo borroso de lo que fue y ya no existe. Y en las almas amantes cuando piensan en perdidos afectos y ternuras que de la soledad de ignotos días no vendrán a endulzar horas futuras, hay el hondo cansancio que en la lucha, acaba de matar a los heridos, vago como el color del bosque mustio como el olor de los perfumes idos, y el cansancio aquél es triste como el recuerdo borroso de lo que fue y ya no existe