​Muertos​ de José Asunción Silva


En los húmedos bosques, en otoño, 
al llegar de los fríos, cuando rojas, 
vuelan sobre los musgos y las ramas 
en torbellinos, las marchitas hojas, 
la niebla al extenderse en el vacío 
le da al paisaje mustio un tono incierto 
y el follaje do huyó la savia ardiente 
tiene un adiós para el verano muerto 
y un color opaco y triste 
como el recuerdo borroso 
de lo que fue y ya no existe. 
En los antiguos cuartos hay armarios 
que en el rincón más íntimo y discreto, 
de pasadas locuras y pasiones 
guardan, con un aroma de secreto, 
viejas cartas de amor, ya desteñidas 
que obligan a evocar tiempos mejores, 
y ramilletes negros y marchitos, 
que son como cadáveres de flores 
y tienen un olor triste 
como el recuerdo borroso 
de lo que fue y ya no existe. 
Y en las almas amantes cuando piensan 
en perdidos afectos y ternuras 
que de la soledad de ignotos días 
no vendrán a endulzar horas futuras, 
hay el hondo cansancio que en la lucha, 
acaba de matar a los heridos, 
vago como el color del bosque mustio 
como el olor de los perfumes idos, 
y el cansancio aquél es triste 
como el recuerdo borroso 
de lo que fue y ya no existe