Motivos de Proteo: 061

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Motivos de Proteo de José Enrique Rodó
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LX - Falsa universalidad. La amplitud ha de manifestarse en la contemplación. editar

La vaguedad e incertidumbre de la vocación, cuando no se despeja por virtud de una circunstancia dichosa, que provoque, como a la luz de un relámpago, la intuición de la aptitud verdadera; ni por ensayos sucesivos, que eliminen, una a una, las falsas vocaciones, hasta llegar al fondo real del espíritu; ni por arranque voluntario, que tome, sin elección inspirada, ni paciente observación de uno mismo, un sentido cualquiera, aunque éste no coincida con superior aptitud; la vocación vaga e incierta, prolongándose, suele traducirse, no en abstención e indolencia, sino en una actividad de objeto indistinto: en una falsa universalidad. Es el vano remedo de aquel caso peregrino de ausencia de vocación determinada, por equivalente grandeza en muchas vocaciones. Es la mediocridad a causa de aplicación somera y difusa; el Panurgo mediano: no el sublime y rarísimo.

Cuando el ánimo novel que busca su camino en el mundo, no halla alrededor de sí una sociedad cumplidamente organizada, en cuanto a la división de las funciones del espíritu, que indique rumbo cierto para cada diferencia de capacidad y estimule a una dedicación concreta y ahíncada, ese género de incertidumbre es caso frecuente. Y aun cuando, por la energía del instinto, la voz interior supla a lo indefinido y vago de las voces exteriores que podrían cooperar con ella; aun cuando el espíritu sea consciente de su peculiar aptitud, aquella vaga difusión de las propias fuerzas, suele ser, en tal ausencia de bien diferenciado organismo social, necesidad o tentación a que el individuo concluye por rendirse.

Éste es de los obstáculos que estorban, en sociedades nuevas, la formación de una cultura sólida y fecunda. Porque cuando hablo de falsa universalidad, me refiero a la que se manifiesta en la producción, en la acción, en el anch'io; no a la amplitud contemplativa; no a ese fácil y abundoso interés, a esa simpática y solícita atención tendida sobre el conjunto de las cosas, únicos capaces de salvar al fondo humano del alma de las limitaciones de cada oficio y cada hábito; género de amplitud que se predicó junto a la estatua de Ariel, y que es tanto más necesaria para aquel fin de mantener la integridad fundamental de la persona, cuanto más el objeto de la vocación se restrinja y precise. Firme y concreta determinación en la actividad; amplio y vario objetivo en la contemplación: tal podría compendiarse la disciplina de una fuerza de espíritu sabiamente empleada.