Motivos de Proteo: 037

XXXV
Motivos de Proteo de José Enrique Rodó
XXXVI
XXXVII


XXXVI - ¿Hay hecho pequeño?... Un vuelo de pájaros. editar

Pero aun en lo exterior del mundo, aun en los desenvolvimientos y transformaciones que se verifican dentro de esa capacidad, real o ilusoria, que queda fuera de nosotros, ¿es que existe, en rigor, hecho que pueda ser desdeñado por pequeño? ¿Qué clasificación es esta que nos autoriza a dividir las cosas que pasan, en pequeñas y grandes, en trascendentales y vanas, según nuestra limitadísima inferencia? Para graduar un hecho de pequeño, con certidumbre de lo que juzgamos, habríamos de abarcar, y tener presente en su unidad, la infinita máquina del universo, donde tal hecho está incluido y obra de concierto con todo. ¡Pequeño para quien lo mira pasar es, acaso, un hecho que, en el blanco adonde vuela disparado por la oculta potestad que rige las cosas, ha de embestir y dislocar a un mundo! ¡Pequeño es un movimiento que aparta, en grado infinitesimal, del punto en que tropezarían, dos fuerzas cuyo encuentro sería el caos! ¡Pequeña es una arista que, esforzando la atención, descubres en el viento, y que va tal vez enderezada a volcar el trono de un dios!... Y cuenta que no hablo ahora del hecho cuya pequeñez, acumulada a la de otros que lo reproducen, como los granos de arena en la clepsidra, se suma, al cabo del tiempo, en cosas grandes; sino de aquel que comparece, solitario y único, y que, por la ocasión en que llega, por el punto del tiempo que ocupa, decide de inmediato, con su impulso levísimo, la dirección de una columna inmensa de destinos humanos: al modo como un suave soplo de viento, o la mano de un niño, cambian de posición a esas rocas movedizas que, sin la instabilidad de su equilibrio, resistirían al brazo de un titán.

.............................................................................................................................................

Allá, en el norte de América, hay una estupenda fuerza organizada; cuerpo en que participan dos naturalezas: manos de castor, testuz de búfalo; imperio por el poderío, república por la libertad. Este organismo es el resultado en que culminan sentimientos y hábitos que una raza histórica elaboró, del otro lado del Océano, en el transcurso de su desenvolvimiento secular. Pero a la raza le eran precisos nuevo ambiente, tierra nueva, y los tuvo. ¿Cómo fue que esta tierra quedó reservada para aquella simiente? ¿Qué hay en la base de esa montaña de la voluntad, pueblo de nuevas magias y prodigios, que, donde no amor, inspira admiración, y donde no admiración, inspira asombro? Hay un vuelo de pájaros.

Sesenta días después de la partida, las naves de Colón cortaban el desierto mar con rumbo al occidente. Quietas las aguas. Nada en el horizonte, igual y mudo, como juntura de unos labios de esfinge. Tedio y enojo en el corazón de la plebe. La fe del visionario hubiera prolongado aquel rumbo a lo infinito, sin sombra de cansancio; y bastaba que lo prolongase sólo algunos días para que las corrientes le llevaran a tierra más al norte del Golfo. Sujetaba apenas las iras de su gente, cuando he aquí que, una tarde, Alonso Pinzón, escrutando la soledad porfiada, ve levantarse, sobre el fondo de oro del crepúsculo, una nube de pájaros que inclina la curva de su vuelo al sudoeste y se abisma de nuevo en la profundidad del horizonte. Tierra había, sin duda, allí donde, al venir la noche, se asilaban los pájaros: las naves, corrigiendo su ruta, tomaron al instante la dirección que les marcaba aquel vuelo. Sin él, es fundada presunción de Washington Irving, que a la Carolina o la Virginia futuras, y no a la humilde Lucaya, hubiera tocado recibir el saludo de la flota gloriosa. Entonces, señoreado el Pendón de Castilla del macizo inmenso de tierra que quita espacio a dos océanos antes de estrecharse en la combada columna del suelo mejicano, fuera allí donde se desarrollara preferentemente la epopeya de los conquistadores, que llevó su impulso hacia el sur. Pero Walter Raleigh, los puritanos, la república, tuvieron por amparo profético, el paso de unas aves. ¡Leve escudo de gigantes destinos! Si en el desenvolvimiento de esas ondas enormes de hechos e ideas, que marcan los rumbos de la historia, vuelos de pájaros deciden así del reparto y el porvenir de los imperios, ¡qué mucho que, con igual arbitrio sobre los hados de la existencia individual, vuelos de pájaros sean, a menudo, origen de cuanto la encumbra o abate; vuelos de pájaros el encendimiento del amor, la vocación del heroísmo, el paso de la dicha; vuelos de pájaros la gloria que se gana y la fe que se pierde!