Escena XI editar

CABO.- Buenas noches.

REYES.- (Dulcificado.) ¿Qué anda haciendo, cabo?

CABO.- Ya lo ve. Recorriendo.

REYES.- (Al sótano.) ¡Ché Carmen! Mirá, no subás de ese vino. Traé barbera más bien.

CABO.- Diga, Reyes, ¿no ha andado Pedrín por aquí?

REYES.- No sé. Llego del centro recién... (Al sótano.) Ché, Carmen. ¿estuvo Pedrín?... ¿Qué? (Al cabo.) Dice que salió hace un momento. ¿Qué hay? ¿Ha hecho algo?

CABO.- No, nada. Tengo que verle no más. Hasta luego.

REYES.- ¿No toma el bitter, cabo?

CABO.- Gracias. (Mutis.)

REYES.- (Va hasta la puerta y vuelve.) ¡Rápido! Subí todo.

CARMEN.- ¿Pero qué hay? (Sube con un paquete de regulares dimensiones.)

REYES.- Ya has visto las moscas. Bueno. Ahora mismo te vas al cuarto de ése y le ponés todo en el baúl.

CARMEN.- ¿Eh?

REYES.- Volá te digo.

CARMEN.- ¡Oh! ¡Yo, yo no!

REYES.- Te duele, ¿eh? ¡En el acto!...

CARMEN.- No, nunca lo harás.

REYES.- (Exasperándose.) ¡Carmen!... ¡Carmen!... ¡Mirá que un minuto!... ¡No me conocés ya! Vamos, rápido...

CARMEN.- ¿Qué? ¿Qué querés decir?

REYES.- ¿Creés que no sé que te has entregao a esa inmundicia? Haga lo que le mando.

CARMEN.- ¡Querés vengarte!

REYES.- No; quiero defenderme... Y vos sabés muy bien que me defiendo. (Poniéndole el paquete en las manos.) ¡Ya!... Lleva eso. Y cuidado con venderme, porque, oíme bien, te parto el corazón a puñaladas. ¡Ya!... (Carmen sale por la puerta del foro, agobiada por el gesto y la amenaza.)