Mitos y fantasías de los aztecas/26
XXV.- REFLEXIÓN FINAL.
Somos, como individuos, como familia y como pueblo, lo que recordamos. Los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos del Anáhuac, requerimos ante estos cinco siglos de injusticia y vejación, realizar un profundo y complejo trabajo de recuperación de los mejor de “lo propio-nuestro”, herencia perenne de la Toltecáyotl. Se requiere comenzar a hacer, después de cinco siglos, un proceso de sincretismo cultural armónico e inspirado en los mejores valores de las culturas y civilizaciones que hoy nos conforman. Guiados por la fuerza del Espíritu.
Necesitamos liberar a
la historia luminosa
del Anáhuac de las
mazmorras oscuras
de la colonización,
para que ilumine un
futuro “propio nuestro”
de igualdad
de oportunidades y
justicia social para
todos los hijos de los
hijos de los Viejos
Abuelos.
Poner punto final a la ignorancia de nosotros mismos y recuperar nuestra memoria histórica, y con ella, el orgullo y la autoestima de ser descendientes culturales de la Toltecáyotl e hijos del Anáhuac. Reactivando “el banco genético de información cultural”[1] para integrar armónicamente lo mejor de la civilización del Anáhuac con lo mejor de las apropiaciones que hemos hecho a lo largo de estos cinco siglos de las civilizaciones del mundo que han confluido en nuestro país.
Construir con lo mejor del “pasado antiguo” un futuro más humano y justo, en el que se acaben para siempre, “los vencedores y los vencidos”. Que se extirpe de nuestra tierra la exclusión, el racismo y el clasismo. Recuperar todo nuestro antiguo conocimiento y hacer de la Toltecáyotl una guía de vida a través del ejercicio consciente y cotidiano de todos los valores y principios con los que se construyó el símbolo de la Serpiente Emplumada. Como ahora es el hinduismo, el budismo o zoroastrismo,[2] para los pueblos de Asia. Florecer nuestra palabra y sabiduría milenaria, para hablar con palabras verdaderas, sentir con sentimientos propios y ejecutar actos propios. Recuperar los conocimientos ancestrales sobre la vida y el mundo. Recuperar la sabiduría esencial de la vida, para vivir en armonía entre los humanos y con todos los seres vivos, así como tratar con respeto y honrar a nuestra “Madre Querida” La Tierra.
Fortalecer, concientizar, acrecentar los valores y principios ancestrales sobre la familia como núcleo central de la sociedad. Volverle a dar a la comunidad el valor y la importancia, así como recuperar el sentido de servicio y sacrificio. Despertar el sentido místico, sagrado y divino del mundo y la vida. Volver a ser merecidos de “Aquél por quien se vive”.
Guillermo Marín
San Jerónimo Yahuiche
Atzoma, Oaxaca.
Verano del 2009.
gmarinn@gmail.com