Milagro XVII - La Iglesia profana
Tres caballeros eran de una atenençia, Con otro so veçino avian mal querençia, Matarienlo de grado, si oviessen potençia, En buscarli muerte mala metien toda femençia. Tanto podieron ellos revolver e buscar, Ovieronlo un dia solo a barruntar, Echaronli çelada, ca querienlo matar, Mas lo querrien tener que grant aver ganar. Entendiolo el otro que lo querrian matar, Non se osó por nada con ellos acampar, Empezó a foir, qua querie escapar, Movieron luego ellos, fueronlo encalzar. El que iba fuyendo con muy grant pavor, Troçió una eglesia, ovo en grant sabor, Era de la Gloriosa fecha en su honor, Escondióse en ella mesquino peccador. Los que lo segudaban, que lo querien matar, Non ovieron verguenza del sagrado logar: Quisolo la Gloriosa e Dios desamparar, Ovieronli la alma del cuerpo a sacar. Dentro enna la eglesia, de la Virgo sagrada Hi fue esta persona muerta e livorada: Tovose la Gloriosa mucho por afontada, Los que la afontaron non ganaron y nada. La Reyna de gloria tovose por prendada, Porque la su eglesia fincaba violada: Pesol de corazon, fo ende despechada, Demostrogelo luego que lis era irada. Embió Dios en ellos un fuego infernal, Non ardie e quemaba commo el de Sant Marzal Quemabalis los miembros de manna mortal, Diçien a grandes voçes: Sancta Maria, val! Con esta maiadura eran muy mal trechos, Perdien piedes e manos, e fincaban contrechos, Las piernas e los brazos bien çerca de los pechos, Iba Sancta Maria prendiendo sus derechos. Entendiendo los pueblos, ellos non lo negaban, Las virtudes sannosas que ellas lo maiaban, Que ellos mereçieron por ond tanto lazraban, Non lo asmaban ellos, quando las violaban. Los sanctos nin las sanctas non lis querrien valer, Peoraban cutiano a muy grant poder, Prisieron un conseio, ante fuera a prender, Tornar enna Gloriosa que los façie arder. Cadieronli a preçes delant el su altar, Plorando de sus oios quanto podien plorar, Diçien: Madre gloriosa dennanos perdonar, Ca non trobamos otro que nos pueda prestar . Si nos mal mereçiemos, rica-ment lo lazramos, Bien nos verrá en miente mientre vivos seamos, Madre, si nos perdonas, bien te lo otorgamos, Que enna tu eglessia fuerza nunqua fagamos. Madre, dante buen preçio, que eres piadosa, Siempre piadat traes maguer eres sannosa: Madre plena de graçia, perdona esta cosa, Danos buena respuesta temprada e sabrosa. Madre, repisos somos del yerro que fiçiemos, Erramos dura-miente, grant locura trasquiemos, Prisiemos grant quebranto, maior lo mereçiemos, Pechado lo avemos el escot que comiemos. Madre, si non nos vales, de ti non nos partremos, Si tu non nos perdonas, daquende nos iremos, Si tu non nos acorres a nada nos tenemos, Sin ti desta fiebre terminar non podremos. La Madre gloriosa solaz de los cuitados, Non desdennó los gémitos de los omnes laizados, Non cató al su merito nin a los sus peccados, Mas cató su mesura, valió a los quemados. La duenna piadosa que fue ante irada, Fué perdiendo la ira e fue mas amansada: Perdonolis la sanna que lis tenie alzada, Toda la malathia fue luego acabada. Amansaron los fuegos que los façien arder, Avien maior remedio que non solien aver, Sintien que la Gloriosa pro lis querie tener, Ploraban con grant gozo, non se sabien que fer. Amansaron los fuegos, perdieron los dolores, Mas nunqua de los miembros non fueron bien sennores, Siempre fueron contrechos, siempre mendigadores, Siempre se aclamaban por mucho peccadores. Con esta meioria que Dios lis quiso dar Fueron luego al bispo absoluçion ganar: Fiçieron confession commo la debien far, Plorando de los oios, mostrando grant pesar. Maestrólos el bispo, udió su confession, Entendió que vinien con buena contreçion, Diolis su penitençia e la absoluc;ion, Todo lo al passado, diolis su bendiçion. Sin muchas romerias que lis mandó andar, Sin muchas oraçiones que lis mandó rezar, Las armas con que fueron la eglesia quebrantar, Mandogelas por siempre a sus cuestas levar. Estos penitençiales quando fueren maestrados, E fueron absolvidos de todos los peccados, Departieronse luego tristes e dessarrados, Fueron a sendas partes de sus armas cargadas. A sendas partes fueron, en uno non tovieron, Commo es mi creençia, nunqua mas se vidieron, Nunqua mas so un techo todos tres non ioguieron, Lo que mandó el bispo bien e gent lo cumplieron. Si en fer la nemiga fueron bien denodados, En fer la penitençia fueron bien aspirados, Non lis dolien los miembros, andaban bien lazrados, Prendiendo malas noches, e días denegrados. Si en fer el peccado fueron çiegos e botos, Fueron en emendarlo firmes e muy devotos: Quantos dias visquieron, fueron muchos o poccos, Dieron sobre sos carnes laçerio e corrotos. De todos tres el uno flaco e muy lazrado Vino en Anifridi, commo diz el dictado: Albergó enna villa, dieronli ospedado, Con una sancta femna do fué bien albergado. Contólis a los uespedes toda su aventura, Commo enna eglesia fiçieron desmesura, ComQ1o Sancta Maria ovo dellos rencura, E commo se perdieron de mala calentura. Teniendo que su dicho non li serie creido, Delante muchos omnes tolliose el vestido, Demostrolis un fierro que traie escondido Çinto a la carona, correon desabrido. Podie aver en ancho quanto media palmada, Era çerca del fierro la carne muy inchada, La que iaçie de iuso era toda quemada: Fuesse end otro dia de buena madurgada. Fiçieronse los omnes todos maravillados, Ca udien fuertes dichos, vedien miembros danados, Doquier que se iuntaban mançebos o casados, Deso fablaban todos mozos e aiumados. Fué luego est miraclo escripto e notado, Por amor que non fuesse en oblido echado: Cogieron muchos miedo de façer tal peccado, De quebrantar eglesia e logar consegrado. Tal es Sancta Maria qual entender podedes, A los que en mal andan echalis malas redes, Sobre los convertidos façe grandes merçedes, Muchos son los exiemplos que desto trovaredes. Tanto son los exiemplos que non serien contados, Ca creçen cada dia, diçenlo los dictados: Estos con çiento tantos diezmos serien echados: Ella ruegue a Xpo por los pueblos errados.