Mi musa
de Delmira Agustini


 Mi musa tomó un día la placentera ruta
 de los campos fragantes; ornada de alboholes,
 perfumando sus labios en la miel de la fruta
 y dorando su cuerpo al fuego de los soles.
 

 Vivió como una ninfa: desnuda, en fresca gruta,
 engalanando espejos de lagos tornasoles.
 La gran garza rosada de su forma impoluta.
 Volvió a mí como el oro de luz de los crisoles.
 

 Más pura; los cabellos emperlados de gotas
 lucientes y prendidos de abrojos; trajo notas
 de pájaro silvestre y en los labios más fuego.
 

 Yo peinela y vestila sus parisinas galas,
 y ella hoy grave pasea por mis lujosas salas
 un gran aire salvaje y un perfume de espliego.