Mensaje a la Unión Obrera Nacional de los Estados Unidos
Camaradas obreros:
En el programa inaugural de nuestra Asociación hemos declarado: «No ha sido la prudencia de las clases dominantes, sino la heroica resistencia de la clase obrera de Inglaterra a la criminal locura de aquéllas la que ha evitado a la Europa Occidental el verse precipitada a una cruzada infame para perpetuar y propagar la esclavitud allende el océano Atlántico»[2] . Ahora ha llegado el turno de ustedes de impedir una guerra, en consecuencia de la cual el creciente movimiento obrero de ambos lados del Atlántico volvería por un período indeterminado a niveles ya superados.
Seguramente huelga decirles que existen potencias europeas ansiosas por arrastrar a los Estados Unidos a la guerra contra Inglaterra. Un simple vistazo a los datos de la estadística comercial nos muestra que la exportación rusa de materias primas —y Rusia no tiene otra cosa que exportar— se había replegado rápidamente ante la competencia norteamericana hasta que la guerra civil[3] no cambió bruscamente la situación. Transformar los arados americanos en espadas significaría precisamente ahora salvar de la inminente bancarrota a esta despótica potencia, a la que vuestros sabios estadistas republicanos han elegido como consejero confidencial. No obstante, independientemente de los intereses particulares de uno u otro Gobierno, ¿acaso no responde a los intereses comunes de nuestros opresores el convertir nuestra colaboración internacional, cada vez más poderosa, en una guerra intestina?
En el mensaje de saludo al Sr. Lincoln con motivo de su reelección a la presidencia hemos expresado nuestro convencimiento de que la guerra civil de América tendría una significación tan grande para el progreso de la clase obrera como la que tuvo para el progreso de la burguesía[4] la guerra de la Independencia americana[5]. En efecto, el final victorioso de la guerra contra el esclavismo ha inaugurado una nueva época en la historia de la clase obrera. Precisamente en ese período surge en los Estados Unidos el movimiento obrero independiente, al que miran con odio los viejos partidos de su país y sus politicastros profesionales. Para que llegue a fructificar, el movimiento requiere años de paz. Para destruirlo, se necesita una guerra entre los Estados Unidos e Inglaterra.
El resultado palpable directo de la guerra civil ha sido, como es natural, el empeoramiento de la situación del obrero americano. En los Estados Unidos, lo mismo que en Europa, el monstruoso vampiro de la deuda nacional, que se pasa de unos hombros a otros, se ha descargado finalmente sobre los de la clase obrera. Los precios de los artículos de primera necesidad —dice un estadista de su país— subieron desde 1860 en el 78%, mientras que los salarios de los obreros no calificados subieron nada más que en el 50%, y de los calificados, en el 60%
«El pauperismo» —se queja el estadista— «crece ahora en América con más rapidez que la población».
Además, sobre el fondo de los sufrimientos de la clase obrera resalta aún más el ostentoso lujo de la aristocracia financiera, la aristocracia de arrivistas[6] y otros parásitos engendrados por la guerra. Sin embargo, con todo y con eso, la guerra civil ha tenido un resultado positivo: la liberación de los esclavos y el impulso moral que ha dado a vuestro propio movimiento de clase. Los resultados de una nueva guerra, que no se vería justificada ni por la nobleza de los objetivos ni por la magnitud de la necesidad social, de una guerra en el espíritu del mundo antiguo, no serían las cadenas rotas del cautivo, sino unas cadenas nuevas para el obrero libre. El inevitable crecimiento de la miseria brindaría en seguida a los capitalistas de vuestro país, con la ayuda de la fría espada del ejército permanente, el pretexto y los medios para distraer a la clase obrera de sus audaces y justas aspiraciones.
Esta es la razón de que precisamente sobre vosotros recaiga el glorioso deber de probar al mundo que, al fin y al cabo, la clase obrera no sale ya al escenario de la historia como un ejecutor dócil, sino como fuerza independiente, consciente de su propia responsabilidad y capaz de imponer la paz allí donde sus pretendidos amos vocean acerca de la guerra.
Londres, 12 de mayo de 1869
- ↑ El Mensaje del Consejo General a la Unión Obrera Nacional de los
Estados Unidos fue escrito por Marx y leído por él en la reunión del Consejo General
del 11 de mayo con motivo del peligro de guerra entre Inglaterra y los Estados Unidos en
la primera de 1869.
La Unión Obrera Nacional fue fundada en los EE.UU. en agosto de 1866, en el Congreso de Baltimore; tomó parte activa en la creación de la Unión W. Sylvis, destacado militante del movimiento obrero norteamericano. Desde sus primeros días, la Unión apoyó a la Asociación Internacional de los Trabajadores y se propuso adherirse en 1870 a la misma. Sin embargo, no llegó a cumplir su propósito. La dirección de la Unión se dejó llevar pronto por los proyectos utópicos de reforma monetaria, a fin de acabar con el sistema bancario y asegurar un crédito barato por el Estado. En 1870-1871 se apartaron de la Unión las tradeuniones, y en 1872, la Unión dejó prácticamente de existir. Pese a todos sus aspectos débiles, la Unión Obrera Nacional desempeñó un valioso papel en el despliegue de la lucha en los EE.UU. por una política obrera independiente, por la solidaridad de los obreros negros y blancos, por la jornada de trabajo de 8 horas y por los derechos de la mujer obrera.- 164 - ↑ Véase el presente tomo, pág. 13. (N. de la Edit.)
- ↑ La guerra civil de Norteamérica (1861-1865) se libró entre los Estados industriales del Norte y los sublevados Estados esclavistas del Sur. La clase obrera se Inglaterra se opuso a la política de la burguesía nacional, que apoyaba a los plantadores esclavistas, e impidió con su acción la intervención de Inglaterra en esa contienda.- 164
- ↑ Véase el presente tomo, pág. 19. (N. de la Edit.)
- ↑ La guerra de la Independencia de las colonias norteamericanas de Inglaterra (1775-1783) contra la dominación inglesa debió su origen a la aspiración de la joven nación burguesa norteamericana a la independencia y a la supresión de los obstáculos que impedían el desarrollo del capitalismo. Como resultado de la victoria de los norteamericanos se formó un Estado burgués independiente: los Estados Unidos de América.- 165.
- ↑ En el original se dice «shoddy aristocrats»; «shoddy» son los entrepeines de algodón, absolutamente inutilizables y sin el menor valor hasta que se halló un medio de tratamiento y aprovechamiento de los mismos. En América se calificaba de «shoddy aristocrats» a los que se habían enriquecido rápidamente merced a la guerra.- 165
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