Mendigo
¿A dónde vas, extendida la descarnada mano, tétrico y cabizbajo el continente?
¿Qué quieres con la plañidera súplica que brota temblorosa de tus labios descoloridos?
Mendrugos y harapos, dádivas insultantes y compasiones cáusticas; he ahí lo que siempre alcanzarás con actitud y medios tan tristes.
Mendigo: no es inclinando la cabeza y extendiendo la mano como podrás satisfacer tu cruel hambre de pan y tu ardorosa sed de justicia. Es irguiendo la frente y levantando el brazo, como lograrás tu objeto.
Mendigo de libertad ... Mendigo de pan ... deja ya de implorar, exige. ¡Cesa ya de esperar: toma!
No reptes más, mendigo ...
Práxedis G. Guerrero
Punto Rojo, N° 3 del 29 de Agosto de 1909. El Paso, Texas.